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31 de diciembre de 2010

NOCHE VIEJA

Esta noche brindamos por un año mejor!!!!!

desde un lugar del mundo.... brin-do  con-tigo... SALÚ!!!









































Brindis, Casa de Maria y Daniel, Cancún, México.





15 de diciembre de 2010

EL PAN DULCE














































PAN DULCE CORDOBÉS. CANCÚN, MÉXICO

En la panadería de mi abuelo, se vivían momentos intensos cuando se acercaban las vísperas de fiestas de fin de año. No era para menos, ya que se trataba del momento de elaborar en familia un producto muy especial, el Pan Dulce La Gaditana...
Era una tradición familiar, pero también una obligación, y no siempre nos alegró la llegada de ese momento… a los del hemisferio norte se les hace difícil pensar en Navidad con calor, pero así es, empezaba a sentirse el verano, y estar en la cuadra era algo pesado y todos esperábamos con ansia que todo terminara…  Pero siempre fue un orgullo escuchar de todo aquel que alguna vez lo probó,  que era el Pan Dulce más rico …  era muy Especial, lleno de frutas en el centro, hecho de la manera más artesanal por la familia Mejías.
Mi abuelo ya no está, la panadería tampoco, y la nostalgia que anda por acá muy a menudo me invitó a intentar hacer el pan de mi abuelo.
Me quedo muy bien, pero tengo que hacerlo cada año para ir mejorando…

Encontré este relato que está un poco cursi, pero viene al caso y lo quiero compartir y dedicar a todos los que amasamos pan dulce en la cuadra de Barrio Colón. La ternura no es lo que nos caracteriza a los Mejías, pero como es época Navideña me sabrán disculpar…. jajajajajajaja

Según relatan viejas leyendas, la creación del Pan Dulce o Panettone como lo llaman los italianos, por su forma y tamaño, tuvo lugar en la ciudad de Milán y muchas razones tuvieron que ver con el corazón.
Corría el siglo XVII y la ciudad de Milán, siempre bella y aristocrática, comenzaba a prepararse para la Natividad del Señor en ese frío diciembre. A pesar de la intensa nevada, los parroquianos hacían ya las primeras compras y los negocios del ramo ofrecían las confituras tradicionales. Pero en la panadería del viejo Pépe, al contrario de años anteriores, ese ambiente de fiesta allí no se vivía. Las ventas habían declinado, los clientes frecuentaban ahora otras confiterías y la familia estaba realmente preocupada. Hasta para Uguetto, el más pobre de los empleados, y que sólo tenía ojos para Adalgisa, la hija del patrón, eso no pasó inadvertido. Observo la preocupación en los ojos de su secreta amada y saliendo del ensoñamiento que le producía el sólo mirarla, pensó y repensó en la manera de ayudarla.
Uguetto era de muy humilde condición. Huérfano de padre y madre, había entrado a la panadería cuando sólo tenía diez años. Era tres años mayor que Adalgisa, así que la había visto crecer y transformarse en una joven bellísima a la que asediaban buenos pretendientes. De la boca de Uguetto jamás había escapado una palabra de amor. Sólo de sus ojos, que tenían por brújula la silueta de la joven.
Así las cosas, mientras limpiaba los moldes, acarreaba harina y apilaba la leña, pensó una vez más que él tendría que ayudar a su patrón y que si de atraer clientes se trataba, él encontraría la solución. Esa noche, cuando quedó solo en la cuadra, entró en acción. Buscó harina, a la que agitó suavemente, preparó levadura y mientras canturreaba canciones inventadas, endulzó la preparación. Pensando en la tentadora boca de su amada incorporó frutas a la preparación. Recordó sus cabellos y agregó nueces y almendras,  soñó con su boda con Adalgisa y roció agua de azahar.
Y soñando y canturreando amasó y amasó. El frío y la oscuridad quedaron afuera. Adentro, el horno y el corazón de Uguetto chisporroteaban calidamente.
Rendido por el sueño, pero más para soñar que para dormir, dejó bollitos de masa reposando. Y mientras su cabeza adormilada se llenaba de ensueños, los bollitos crecían y crecían. Dentro de ellos jugaban las burbujas. Cuando Uguetto despertó, una fragancia nueva invadía la cuadra. Sin dilación horneó los pancitos livianos, dulces y frutados. El perfume de azahares, de brindis, de amor, inundó el barrio. Tan apetitoso era, que la gente comenzó a llegar. Todos pedían ese “Pan” día tras día. Uguetto ascendido a socio y continuo preparando ese pan de Navidad. En poco tiempo más se casó con Adalgisa, vivieron muy felices y todos los años, cuando llega la Navidad, ponemos sobre nuestra mesa una esperanza renacida, un retorno del gran milagro del amor y un “Pan Dulce”.

Lo que quiero rescatar de esta leyenda es que hay una energía milagrosa que todo lo mueve y que siempre está presente: El Amor. Siempre lo hallaremos, lo que sucede es que en ocasiones permanecemos ciegos e insensibles y suponemos que éste nos abandona.

Quien sonríe y contagia a los que están a su alrededor, no necesita remedios que eleven sus defensas ni vacunas. Su vacuna para vivir mejor es simplemente su propia sonrisa….





10 de diciembre de 2010

EL FORASTERO

Para la época del mundial apareció un negrito forastero buscando comida… más malo que un diablo… que no permite que uno se acerque demasiado… estaba bastante maltrecho y empezamos a darle comidita…. Como todas las mañanas veíamos “Primero Mundial”  y me quedaba sonando la cancioncita que cantaba Brozo antes de hacer sus predicciones…  le puse  “Moñoñongo” porque se me hizo un nombre “medio africano”  (mal pensados abstenerse)
Con los meses empezó a venir mas seguido y ahora ya viene todos los días, esta hermoso y le brilla mas su pelo negro, aunque canoso… y como siempre hace su rugido cuando me acerco, ¡¡¡¡gggggggggffffffffffgggggggg!!!!! le queda un pedacito de lengua saliendo…
Al Balam y a la Pampa no les cae muy bien…. Pero a él le gusta andar por acá…
También anda rondando uno amarillo, pero no se acerca mucho ni pide comida.... yo digo que es su hermano, porque tienen los mismos ojos.... pero quien sabe....



1 de diciembre de 2010

JOSE


MI HERNANO, CÓRDOBA, ARGENTINA.

"... En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Frey Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer de pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda, donde antes hubo un árbol, vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión inglesa de Plinio, la de Philemont Holland, vi a un tiempo cada letra de cada página (de chico yo solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y perdieran en el decurso de la noche), vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplicaban sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osadura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa, vi en un cajón del escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas obscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino, vi un adorado monumento en la Chacarita, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi propia sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo..."

Porque siempre que leo a Borges me acuerdo de vos…
Feliz cumpleaños mi hermano
Te quiero